
Cientos de brazos en la sombra única en la que se ha convertido este instante, enrojecido el atardecer es la señal, la decisión de abandonar ese puerto quieto de muerte y delirio.
Blanco, muy blanco el golpe de los remos en secuencia de inventar recién al tiempo y a un dios de agua que aparece y desaparece sobre la cresta de las olas.
Blanca la luz de la luna, que cae vertical e implacable sobre la espalda de esos hombres en mutación, de bestias a marinos y luego a poetas…siempre sobre la nave empujada por el soplo invisible y efímero del viento.
1 comentario:
hola,lindas imagenes y
muy bellos los relatos.
saludos sabina.
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