La seca es la venganza, la que viene para chuparse de raíz a lo más profundo de la vida.
La fiebre es la venganza, la que se aparece sobre el campo flameando sobre lo rojo del poniente… Y es en otoño.
Y no están la lluvia como antaño, la errante, la fugitiva, la verdugo de estos grises pastizales y de estos quietos esqueletos de mamíferos, donde el hombre es otra sombra, otra sentencia.
Y es otoño, como el nunca ha sido en el inicio de los tiempos, el de las hojas en poesía, el de los vientos en la calma.
Es este otoño el que vuelve asesino a los humanos, los que aprietan los dientes y el gatillo, matándose en el duelo con otros iguales y luego…
van derribando los árboles en soledad como una mínima venganza de la historia.
“Sin agua, no habrá jamás el mismo otoño, sin lluvia el ¿para qué? entonces
de los árboles”
La fiebre es la venganza, la que se aparece sobre el campo flameando sobre lo rojo del poniente… Y es en otoño.
Y no están la lluvia como antaño, la errante, la fugitiva, la verdugo de estos grises pastizales y de estos quietos esqueletos de mamíferos, donde el hombre es otra sombra, otra sentencia.
Y es otoño, como el nunca ha sido en el inicio de los tiempos, el de las hojas en poesía, el de los vientos en la calma.
Es este otoño el que vuelve asesino a los humanos, los que aprietan los dientes y el gatillo, matándose en el duelo con otros iguales y luego…
van derribando los árboles en soledad como una mínima venganza de la historia.
“Sin agua, no habrá jamás el mismo otoño, sin lluvia el ¿para qué? entonces
de los árboles”
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